viernes, 9 de agosto de 2013

Imagen telefónica...¡tan importante como el logotipo!





El logotipo es el rostro de una empresa. Los hay de todo tipo, color y forma. Algunos constituyen parte entrañable del imaginario de algunas etapas de nuestra vida. Si las empresas no se identificaran con un logotipo, sería muy difícil diferenciarlas.

Por eso muchas empresas incluyen publicidad, casi subliminal, al contratar la aparición de su “sello” característico en programas de TV, eventos públicos y por supuesto, en las películas.

Difícilmente un ejecutivo de Coca-Cola o Toyota, por citar solo dos ejemplos, podría decir que su logotipo no tiene importancia o no es prioritario para la imagen de su marca y/o para sus productos.


Y si hay algo que se acerca a la importancia y significado como capital subjetivo para una empresa, al logotipo, es su  imagen telefónica. A las empresas llaman por teléfono clientes, actuales o potenciales, o simples multiplicadores de la opinión pública, condición que compartimos todas las personas, sin excepción.

Sumando las impresiones que reciben las personas que llaman por teléfono, se va construyendo el prestigio y el significado emocional y afectivo, positivo o negativo, de una empresa. Se va “armando” su imagen corporativa o institucional en la sociedad.

No se trata necesariamente de lo que dice en si un mensaje de bienvenida, un  mensaje de espera o para fuera de hora. Sino especialmente, que huella emocional o afectiva, va dejando en quien llama.

Importa el timbre de voz, la forma de hablar, el trato que prodiga la persona que funge de locutor o locutora en la grabación del mensaje telefónico y/o la música que identifica el mensaje. Porque más importante que la crítica objetiva, es la impresión subjetiva, inconsciente muchas veces, que queda en la persona después de llamar a una empresa. Ella recordará siempre como siente haber sido recibida. Porque para quien llama por teléfono quien le habla no es una empleada escogida al azar para la grabación o una locutora de mejor o peor voz o estilo, para esa persona quien le habla es la empresa misma.

Por eso, amigos que deciden la política de imagen de una empresa, imagínense ser despistados interlocutores, llamen por teléfono a su propia empresa y traten de percibir que impresión les causa los mensajes que recibe el público a través del teléfono de su empresa. La impresión que les suscite, es la misma que vienen recibiendo, diariamente y a cada momento, miles y miles de distinguidos y anónimos hacedores de la opinión pública. (Hubert Rojas)